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bassura calle

Foto: © Antonio Cabrejas

Salou triplica su basura en verano: ¿quién debe pagar la limpieza que genera el turismo?


Cada mes de agosto, Salou genera más del triple de residuos que en invierno. Según datos oficiales, solo en julio y agosto se acumula casi el 30% de toda la basura del año. El debate está sobre la mesa: ¿debe seguir pagando el residente este sobrecoste o es hora de que el turismo asuma su parte?



La gestión de residuos en los municipios turísticos de la Costa Daurada es un desafío monumental, pero en Salou el problema alcanza su máxima expresión. Los datos demuestran que el impacto del turismo en la generación de basura es drásticamente más alto que en el resto de la zona.

Según cifras del Idescat, Salou triplica su población en los meses de verano. Esta afluencia masiva de visitantes tiene un impacto directo y desproporcionado en la cantidad de residuos que se generan. En agosto del año pasado se produjeron 3.985 toneladas de residuos, más del triple que las 1.156 toneladas recogidas en febrero.

Cifras que reflejan una sobrecarga extrema

La diferencia entre la temporada alta y la baja es abismal. La media mensual de recogida de desperdicios en Salou es de 2.267 toneladas el pasado año. Sin embargo, en julio la cifra subió un 62,5% y en agosto, un 75,8%.

Comparando el pico del verano con un mes fuera de temporada, el incremento es aún más impactante: la basura generada en agosto es un 244% mayor que la de febrero. Solo en los meses de julio y agosto, el municipio produjo 7.668,1 toneladas de basura, lo que representa cerca del 30% de los desperdicios de todo el año.

Desde hace décadas, los hoteles del municipio trabajan con un sistema de recogida puerta a puerta, lo que, según fuentes del Ayuntamiento, mejora la calidad de la recogida selectiva. La materia orgánica que se recoge de estos establecimientos contiene menos impurezas que la de los contenedores convencionales. Ahora, este sistema se empieza a aplicar también en los locales comerciales, aunque aún no se ha probado a nivel domiciliario.

De cara a 2026, el Ayuntamiento tiene previsto cerrar los contenedores de orgánica, y solo podrán usarse identificándose. En zonas con viviendas unifamiliares no se descarta implantar en el futuro el puerta a puerta para particulares, pero por ahora no hay planes inmediatos.


residuos en la calle

Foto: © ANTONIO CABREJAS


Esta desproporción subraya la presión extrema que el turismo impone en un servicio público esencial y plantean la urgencia de encontrar una solución justa para este desafío y pone sobre la mesa una pregunta urgente: ¿quién debe asumir el coste de esta avalancha de basura?

Y aquí llega el punto caliente del debate. Desde 2022, la Unión Europea obliga a que todo lo relacionado con la gestión de residuos (contenedores, recogida, tratamiento, vertederos, etc.) se financie íntegramente con la tasa de basura. Por eso, muchos municipios han subido esta tasa de forma notable en los últimos dos años, y Salou no ha sido una excepción.

Pero, ¿tiene sentido que sean los vecinos quienes paguen el incremento provocado en gran parte por el turismo?

El equipo de gobierno de Salou está considerando que el sobrecoste de la gestión de residuos sea sufragado a través de la tasa turística, gestionada directamente por los municipios. La lógica es clara: el turista debería ser solidario con el destino, con Salou, y no el residente quien sufrague o patrocine los residuos que genera el visitante.

Se entiende que este incremento de la tasa turística se destinaría específicamente a este servicio, aliviando así la presión fiscal sobre los residentes. De hecho, el alcalde de Salou, Pere Granados, ya había comentado en varios plenos municipales que "con solo un euro que aportara cada turista, el ciudadano no tendría que pagar esos sobrecostes".

Sin embargo, a pesar de tener ahora la oportunidad e incluso más posibilidades de implantar esta medida, parece que su ejecución se dilata. ¿Será que el alcalde espera la proximidad de las próximas elecciones municipales para "marcarse un tanto" con esta iniciativa? La pregunta queda en el aire mientras los residentes siguen asumiendo la carga.

Sería lógico que hoteles, apartamentos turísticos, restaurantes y otros negocios que dependen directamente del turismo también asumieran ese coste adicional de la tasa turística. Al fin y al cabo, son los principales beneficiarios de la actividad turística en la ciudad.

Aunque es cierto que el turismo es el principal motor económico de Salou y genera empleo, gran parte de este trabajo es precario y mal pagado. Los camareros y las camareras de piso son solo un ejemplo. Deben tener en cuenta que no todos los residentes de Salou se benefician del turismo. De hecho, a muchos les supone un esfuerzo económico adicional: a más turistas, más gastos de limpieza y mantenimiento, que terminan reflejándose en sus recibos. A cambio, la ciudad no luce en condiciones óptimas de limpieza, una situación que se arrastra desde hace años y parece que la solución aún queda lejos.


residuos en la calle

Foto: © ANTONIO CABREJAS


El debate sobre los residuos en Salou

El debate sobre la recogida de residuos no es solo una cuestión de números, sino de justicia y corresponsabilidad. Los ciudadanos de Salou pagan facturas municipales cada vez más altas por la limpieza, pero a menudo no ven los resultados en las calles. Las tasas suben, mientras la ciudad se mantiene sucia y descuidada, incluso en las zonas más concurridas y turísticas, lo que ofrece una mala imagen tanto a los visitantes como a los residentes.

El problema es complejo y tiene tres aristas principales:

Servicio de limpieza ineficiente: El Ayuntamiento paga facturas millonarias a empresas de limpieza, pero el servicio y los resultados no se corresponden con el coste. ¿Tal vez esas empresas se aprovechan de que sus servicios son imprescindibles para los municipios? En el mercado, a menudo no hay una gran cantidad de empresas con la capacidad técnica y la infraestructura necesaria para prestar estos servicios a gran escala. Esto limita la competencia real en los concursos públicos, permitiendo a las empresas existentes mantener precios elevados.


residuos en la calle

Foto: © ANTONIO CABREJAS


Comportamiento incívico: La gestión de residuos no solo falla por la ineficiencia de las empresas de limpieza o las decisiones del ayuntamiento. También hay una parte de la responsabilidad que recae directamente en la ciudadanía y en los negocios locales. No se trata solo de que "algunos vecinos" dejen muebles viejos o bolsas de basura en la calle. Muchos establecimientos, como bares, restaurantes y discotecas, también contribuyen activamente a este problema. Es común ver cajas llenas de botellas vacías, bidones de aceite usado o latas industriales amontonadas fuera de los contenedores, a menudo sin ningún tipo de cuidado.

Descontento ciudadano: El descontento ciudadano es comprensible y está justificado. La frustración de los residentes de Salou surge de una ecuación que no cuadra: pagan más impuestos por la limpieza de la ciudad, pero no perciben una mejora real en el servicio. Esta falta de correspondencia entre el coste y el resultado genera una sensación de agravio, ya que los ciudadanos se sienten obligados a asumir una carga financiera creciente sin recibir el beneficio esperado. El problema se agrava cuando ven que el municipio no solo se mantiene sucio, sino que la situación parece empeorar, lo que erosiona la confianza en la gestión municipal y en el destino de sus impuestos.

Es crucial abordar estas tres cuestiones para encontrar una solución que garantice un Salou más limpio y una gestión de residuos más justa para todos. Combatir este problema requiere un esfuerzo conjunto: mayor concienciación ciudadana, más rigor en la aplicación de las normativas y, quizás, la implementación de sistemas de recogida más eficientes y adaptados a las necesidades tanto de los residentes como de los negocios. En resumen, la subida de las tasas de limpieza sin una mejora visible en la ciudad no es solo un problema económico, sino también un problema de confianza y legitimidad entre la ciudadanía y su gobierno local.


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